Autor: Alumno Rodrigo Motta
Curso: Lengua Española IV - LEA
La presencia de la lluvia
La historia se pasa en un gran castillo en el medio del reino de las Esperanzas, en España, donde vivían pequeños duendes, criaturas encantadas que eran responsables por traer todos los días la lluvia desde el cielo hasta la tierra.
Nos cuenta la historia que a los duendes no les era permitido salir del espacio del reino una vez que su tarea de traer la lluvia a los hombres era esencial para la vida en la Tierra. A ellos no les importaba quedarse allá porque se sentían demasiado importantes por el inmenso trabajo. Todos los días estaban en grupos de cinco en los montes, los ríos, las florestas del reino, haciendo canciones con sus flautas doradas y ofreciéndolas al cielo para que les escuchase y respondiese con agua de lluvia.
Y así, todos los días estaban allá, cantando y tocando, y contentos todos: los más grandes y viejos, porque hicieron sus trabajos repetidas veces y los pequeños, porque estaban aprendiendo con ellos todos los días.
Pero, en todo eso, había Geraldo, un pequeño duendo que desde su nacimiento provocó dolores muy fuertes a su madre y todos le decían que tenía ideas demasiado originales.
Al niño no le gustaba la repetición del servicio de los duendes, él decía que no era necesario todo el agua del cielo; y que aunque los duendes llorasen, podrían convertir su lloro en lluvia también. Por supuesto, Geraldo no comprendía toda la ciencia del universo y presentaba sus ideas como si fueran verdades comprobadas.
Un día, decidió visitar otro reino y dedujo: cuando su madre y su padre y todos sus amigos notasen que él no se encontraba allá, irían a llorar y el agua de la lluvia vendría a caer sobre todos.
Entonces, por la mañana, muy temprano, salió de casa y fue a visitar otro reino. Por cierto, cuando estaba allá, sus padres lloraban desesperados porque no podían salir del servicio de la lluvia, tampoco buscar a su hijo en otros lugares. Lo mejor era esperar por él. Lo que Geraldo no estaba seguro era si el agua del lloro se convertiría en lluvia.
Por la noche, retornó a su casa y encontró a sus padres todavía llorando. Pero ni una gota de lloro se había convertido en agua de lluvia, sólo en tristeza y decepción por lo que hizo el hijo. Los padres le dijeron que además de su ausencia, la lluvia no cayó y algunos lugares de la Tierra se quedaron secos.
Geraldo comprendió que, cuando cada uno hace su trabajo perfectamente, todo sale perfecto. Pero, nada sería igual.
Es por eso que hoy hay lugares mojados y otros secos. Por algunas veces, en el reino de las Esperanzas, algún niño entre los duendes sale con la imaginación de Geraldo.
FIN